La semana pasada estuve en TrustyCon, en el debate público de Jeffrey Carr sobre el enfrentamiento entre la privacidad y la seguridad nacional y en la conferencia de Georgetown sobre Compromiso Cibernético Internacional. Todas ellas se concentraban en el factor confianza. En la confianza en Internet. En especial durante los últimos nueve meses, la confianza se ha esfumado y los internautas navegan con recelo. ¿Qué podemos hacer al respecto?
Disfruté mucho las discusiones que generaron. El debate de Jeffrey Carr se destacó por haber escogido a representantes con diversas posturas; eso es algo que necesitamos ver más a menudo.
La mayor parte del debate actual se centra en las acciones de los gobiernos. Se habla muy poco sobre lo que hacen las compañías de recolección de datos, como las que ayudan a las agencias de publicidad dirigida. Las leyes europeas suelen ser más estrictas en este sentido. En especial con el surgimiento de la publicidad para teléfonos móviles, ya es hora de que Estados Unidos comience a tomar esta cuestión en serio.
Me alegró que se mencionaran las BCP 38 (y 84) en diferentes casos. Ambas BCPs tratan el problema de la falsificación de dirección fuente, que permite que se realicen ataques DDoS de reflexión en gran escala. Ambas BCPs tienen más de una década de antigüedad, pero su implementación en el mundo real sigue muy atrasada. Los ataques DDoS asimétricos han estado causando muchos problemas que necesitan solucionarse. Las BCPs no perjudican el funcionamiento o la privacidad, por lo que se les debería prestar más atención.
Lo que nos debería preocupar es que estas soluciones no invasivas pueden pasarse por alto para solucionar los problemas usando medidas más drásticas.
Internet es una criatura grande y compleja. Su apertura es crucial para mantener la innovación del mundo. Recobrar la confianza será un proceso largo y complicado. No tendremos soluciones rápidas. No vale la pena tomar atajos.
Confianza. Confianza. Confianza.