En la industria de la seguridad, a menudo nos concentramos demasiado en las nuevas tecnologías y programas de último nivel, pero olvidamos que gran parte de las situaciones depende de la persona que maneja el ordenador.
Hoy, una de mis colegas recibió un correo electrónico de alguien desconocido. El mensaje decía lo siguiente:
“Escribo estas líneas con lagrimas en mis ojos, mi familia y yo vinimos a Gales, Reino Unido a tomar unas vacaciones cortas, pero por desgracia nos asaltaron en el parque del hotel donde nos alojábamos y nos robaron todo nuestro dinero en efectivo, nuestras tarjetas de crédito y teléfono móvil pero por suerte todavía tenemos nuestros pasaportes.
Fuimos a la embajada y a la policía, pero no ayudan en nada y nuestro vuelo parte en menos de 3 horas pero no podemos pagar los gastos del hotel y el dueño no nos deja irnos hasta que paguemos, así que estoy desesperada”.
Como la mujer tiene un gran corazón, le preocupó esta historia. ¿Debería ayudar a estas personas? Por suerte nos preguntó antes de hacerlo.
Por desgracia, estos mensajes masivos de personas necesitadas rogando por ayuda son una forma muy común de estafar a gente noble con una evolución del timo 419 o estafa nigeriana. Aunque la gramática de este mensaje no es tan mala como en otros casos ni promete miles de dólares de recompensa, trata de romper el punto más débil de la cadena de seguridad: nosotros.
Fíjense en lo indefensa (“…con lágrimas en mis ojos… “) y urgida (“… nuestro vuelo parte en menos de tres horas”…) que suena la persona que escribe este correo. Es un ejemplo clásico de una estafa.
Puedes tener la mejor y más cara tecnología de seguridad del mundo, pero si no te informas e informas a tus conocidos, todos estos sistemas no sirven de nada. Todo lo que los criminales necesitan es ganar la confianza de una persona.
Sólo se necesita una persona