Cuando “chip y PIN” fue lanzado oficialmente en Inglaterra el 14 de febrero de 2006, se presentó como un paso importante contra el fraude de tarjetas bancarias y un sistema infalible para asegurar el pago con tarjetas. Desde entonces ha habido varios sustos pero, en general, el sistema ha demostrado ser seguro y un gran valor en la lucha contra el fraude.
Sin embargo, una nueva investigación de Cambridge ha cuestionado la solidez de las terminales “chip y PIN” contra la alteración. El método consiste en reprogramar una terminal de pago manual para que grabe toda la información personal que es tecleada por el usuario durante la operación de pago. Según los investigadores de la Universidad de Cambridge, que han dado la señal de alarma, la idea podría ser copiada fácilmente y los criminales podrían instalar los “falsos” terminales de pago sin que los compradores sospechen nada.
La APACS, organización británica de “payment clearing” (compensación de pagos) ha reconocido la gravedad del problema y admitido que está negociando con los productores de terminales de pago para ver qué se puede hacer para proteger a los usuarios. Un representante de APACS ha intentado, también, apaciguar los miedos de la gente diciendo que los expertos realizaron la operación de reprogramación bajo condiciones de laboratorio y no es una “amenaza real para los minoristas”. La organización ha subrayado además el hecho de que los terminales de pago “chip y PIN” se presentaron como “resistentes a la alteración” y no como “imposibles de alterar”. Este no ha sido el primer incidente de pirateo que ha sufrido el nuevo sistema de pago: en 2006 Shell tuvo que suspender las operaciones “chip y PIN” de sus estaciones petroleras al conocerse que hasta un millón de libras habían sido sustraídas por criminales que alteraron terminales de pago. También en 2006 se advirtió a los usuarios de “chip y PIN” que se podrían usar tarjetas clonadas para sacar dinero en el extranjero, donde las terminales leen solamente la cinta magnética de la tarjeta.
El sistema británico de pago “chip y PIN” se enfrenta a una nueva amenaza