El ataque de miedo que desató el virus Fan Check me ha hecho pensar sobre la psicología humana. Se escuchaban todo tipo de rumores: dependiendo de quién opinaba, la aplicación de Facebook Fan Check era maliciosa, no era maliciosa, una broma pesada… y mientras más pensaba en ello, no dejaba de venir a mi mente un complejo experimento psicológico.
En 1963, el psicólogo de Yale Stanley Milgram publicó un artículo en la Revista de Psicología Social y Anormal explicando los resultados de un estudio que realizó sobre cómo la gente responde a las figuras de autoridad. El experimento de Milgram consistía en decirle al objeto de la prueba que lanzara descargas eléctricas (que aumentaban de intensidad) a una persona que se encontraba en otro cuarto si no respondía de forma correcta las preguntas que le hacían. También se decía al individuo en cuestión que la persona que recibía las descargas tenía un problema del corazón. En realidad no se lanzaba ninguna descarga, pero cuando se apretaba el botón para hacerlo, se escuchaba la grabación de una persona que gritaba y suplicaba que detuvieran el experimento. Muchas de las personas siguieron administrando las descargas hasta el “máximo voltaje”, aunque admitieron que se sintieron incómodos haciéndolo.
El experimento de Milgram demostró que cuando se le dice a una persona que haga algo, lo más probable es que lo haga, aunque esto vaya en contra de sus valores. Nuestros adversarios, los creadores de malware, tienen un gran conocimiento de psicología básica, y saben que este principio también funciona en el mundo digital. Su último “experimento”, en el que enviaron mensajes a los usuarios de Facebook pidiéndoles que alertaran a sus amigos sobre el virus “Fan Check” fue bastante exitoso. La gente lo hizo sólo porque alguien les dijo que lo hicieran.
Claro que este caso no es un análogo exacto del estudio de Milgram; quienes alertaron a sus amigos no pensaban que estarían haciendo ningún daño y tal vez creían que estaban haciendo una buena acción. Pero el comportamiento es muy similar al de la mentalidad de “obediencia ciega” estudiado por Milgram.
El comportamiento demostrado en el estudio de Milgram se replicó en el mundo real. Y los límites entre el mundo físico y digital se están haciendo cada vez más difusos. Por ahora los ataques scareware en su mayoría se crean de forma inconsciente. Pero también hemos visto el nacimiento y aumento de casos de acoso e intimidación cibernética y otros tipos de comportamiento cruel. ¿Cuánto tiempo pasará antes de que veamos que los ciudadanos virtuales comiencen a actuar conscientemente en contra de sus valores sólo porque alguien les dice que lo hagan?
Un experimento psicológico